¿Por qué necesitamos la enseñanza semipresencial para enfrentarnos al COVID-19?

El profesorado andaluz es consciente de la gravedad de la situación que estamos viviendo y, desde el primer momento, ha sido solidario y responsable con el resto de la sociedad: estamos al pie del cañón para cumplir con nuestra misión docente y para colaborar con las familias y las Administraciones en la batalla contra la pandemia.

En esta crisis sanitaria, el valor que hay cuidar por encima de todo es la seguridad de los alumnos, de los trabajadores de los centros docentes y de las familias más sensibles; el segundo valor fundamental que hay que proteger es la educación de calidad para todos los alumnos.

En este contexto, la enseñanza semipresencial garantiza la distancia de seguridad reduciendo el número de alumnos presentes en los centros educativos, permite la mayor dedicación del profesorado en el aula a un número reducido de alumnos y al seguimiento de sus dificultades, involucra de forma más intensa a las familias, que deben hacer un seguimiento más atento del trabajo de sus hijos; y compromete en mayor medida a la Administración exigiéndole un aumento en la dotación de recursos materiales y humanos para garantizar una educación segura.

La semipresencialidad es posible: muchos alumnos de ESO y Bachillerato ya disponen de herramientas digitales; la Administración, por su parte, debe esforzarse en romper la brecha digital proporcionando los medios necesarios a esa porción de la sociedad que los necesite. También debe formar al profesorado.

Existen enormes diferencias entre Primaria/Infantil y Secundaria, no solo en la edad de los alumnos y en la formación especializada de los docentes que realizan su actividad en cada una de estas etapas educativas, sino en el tipo de enseñanza que se realiza y en las circunstancias en las que se desarrolla. El gran problema de Primaria, que es la conciliación laboral de las familias, se reduce muchísimo en Secundaria; por tanto en Secundaria podemos y debemos adoptar medidas independientes.

Cómo podría ser la enseñanza semipresencial en tiempos del COVID-19:

  • Privilegiar a los alumnos, trabajadores y familias vulnerables, no es de recibo que se reconozca la vulnerabilidad pero no se adapte el tipo de enseñanza ni el puesto. Para estos casos, debe existir la opción semipresencial o totalmente a distancia desde el primer día.
  • Especial atención al alumnado que necesita medidas de apoyo.
  • Flexibilidad: hay familias en circunstancias especiales. Consensuar con las familias el tipo de enseñanza: presencial, semipresencial o a distancia.
  • Hay que garantizar la distancia de seguridad en todo momento, para ello hay que optimizar espacios, ¿quizás dos turnos por la mañana y uno por la tarde?
  • El número de alumnos por aula debe garantizar la distancia de 1,5 metros entre ellos y con el docente; y que los sitios sean fijos, limitando así el número de contactos cercanos.
  • Algunas materias pueden pasar a ser impartidas on line: algunas optativas, por ejemplo. La finalidad es que las asignaturas troncales tengan más opciones de ser impartidas de forma presencial.
  • Priorizar Primero y Segundo de ESO para que permanezcan cuanto más tiempo mejor en los centros; al menos 50% presencial y en grupos reducidos. Supone un 30% del alumnado y podría ser un gasto asumible por la administración el hecho de reducir la ratio en este ciclo.
  • Reducción de la presencialidad al menos a un 50 % a partir de Tercero de ESO en las materias troncales, las otras pueden quedarse al 30 % salvo las que pasen completas a «on line».
  • En segundo ciclo de la ESO (Cuarto) y en Bachillerato la presencialidad podría ser del 30%, fundamentalmente para pruebas y resolución de dudas a nivel grupal. La metodología a usar, la clase invertida, ha funcionado bien durante el confinamiento. Hay mucho material para que el alumnado pueda adquirir conocimiento por sus propios medios y resolver dudas en ese 30% de clases presenciales o a través de plataformas ( Google classroom, o alguna otra).
  • Un caso especial es Segundo de bachillerato donde habría que intentar que la presencialidad fuera del 50%.
  • Aprovechamiento de los espacios al aire libre para instalar aulas que estén operativas en algunos tramos horarios para albergar desdobles (muchos centros disponen de patios o amplios pasillos con buena orientación).
  • Garantizar mascarillas, lavado de manos y mejora de la limpieza.
  • Uso de pantallas de metacrilato para la separación alumnos/profesores; también para el personal administrativo.
  • Dotación del equipamiento informático necesario al profesorado y al alumnado para realizar la teledocencia.
  • Adquisición de micrófonos y altavoces personales para el personal docente, ya que el uso de mascarillas y otras medidas de protección dificulta la comunicación oral y que los alumnos escuchen correctamente las indicaciones del profesorado.

Desde APIA, queremos creer que aún estamos a tiempo de organizar el comienzo de curso para garantizar la seguridad necesaria. Pero, para ello, la Administración debe escuchar la voz del profesorado y de las familias de los alumnos.

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