“Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate» («Infierno», canto 3, estrofa 3), La Divina Comedia.
Dante Alighieri
¿Cómo explicarle la situación del sistema educativo a alguien que no tenga ningún contacto con el mismo? Entrar en un instituto es entrar en un mundo aparte donde lo racional choca de bruces con lo irracional. Hablar del sistema educativo español es, por tanto, hablar de nihilismo, de ideología (esa que aleja al alumno del conocimiento para acercarlo a la emotividad y al “bien”), de comodidad (que conlleva prevaricar para alcanzar un 50% de aprobados), de envidia (que corroe al mediocre que cobra lo mismo que el responsable) y de necesidad (de cubrir puestos de trabajo y de mantener una gran guardería donde recoger a miles de adolescentes).
Fundamentalmente, los alumnos deben aprender en un colegio a leer, a escribir y a calcular; baste comprobar el resultado de ese aprendizaje en los exámenes que esos alumnos hacen en 1º de la ESO. ¿Qué malvada mano impide a los maestros conseguir esos objetivos tras 6 años de primaria? O lo mismo los alumnos lo olvidan todo durante el verano que media entre primaria y secundaria. ¡Investíguese, por favor! Sirva como alarma el miedo delator que reflejan los ojos de esos padres que están preocupados por la enseñanza que reciben sus hijos y deben elegir instituto: no todos pueden pagarse un liceo privado francés, como la Ministra de Educación. ¿Qué ven los ojos de esas familias que no quieren ver los legisladores? ¿O acaso el legislador desprecia ese miedo porque la realidad que lo provoca no afecta a sus hijos?
¿Pero qué ha ocurrido? Un sistema educativo es fiel reflejo de los profesores que lo componen. Pero se acabó con los catedráticos numerarios de bachillerato; se acabó con las oposiciones estatales a la enseñanza; se equiparó a agregados de bachillerato con Profesores de Enseñanza Secundaria, maestros de taller y maestros; se creó un ramillete de materias optativas que compró voluntades y votos y fue en detrimento del conocimiento; se asumió que los equipos directivos no podían ser externos a los claustros y que no se implantase una jefatura de estudios administrativa para descargar de burocracia al profesor; se asumió que en el control de los centros educativos comenzara a predominar un perfil de profesorado más político que académico; se vio normal que entraran los orientadores a los centros educativos, los apoyos educativos y los petes comiéndole terreno a los especialistas;…En definitiva, los profesores han ido moldeándose para satisfacer las necesidades del sistema educativo.
¿Y cómo ha ido moldeándose el sistema educativo? Se eliminó la posibilidad de clases por las tardes en colegios sin contemplar su efecto en los alumnos; se acabó con la antigua FP; se dio más voz a los sindicatos; se impuso un «bilingüismo», financiado en principio por el Fondo Social Europeo, que propició el auge de academias privadas alrededor de los centros educativos; se apostó por la innovación a través de las TIC, sin evaluar sus consecuencias; se impuso el que los centros de formación del profesorado fuesen correa de transmisión de lo que cocinaba la administración, refugio, como las delegaciones de Educación, de muchos desertores de la tiza; se asumió como normal el rol de comisario político de la administración que, en ocasiones, la Inspección Educativa ejerció; se rebajó la dificultad del acceso a la universidad; se negó la posibilidad de itinerarios educativos y de reválidas en la ESO (mucho se habla de notas infladas en centros privados, pero ningún centro público quiere que se hagan públicas, contradicciones de la vida, las notas de acceso a la universidad); se impuso la realización de planes y proyectos educativos para que muchos redujeran horas de trabajo en detrimento de las especialidades y del conocimiento de las mismas; se convirtió a los centros educativos en agencias de viaje, ocio y tiempo libre, cuando no en epicentros de agitprop, en detrimento del silencio, la concentración, la rutina, la caligrafía, la lectura y el cálculo mental; se impuso la Memoria Democrática en un currículo de Geografía e Historia; se está imponiendo el trabajo por ámbitos educativos y por competencias en detrimento del conocimiento. (No cito la Música, disciplina que está por encima de todo en cuanto a lo que aporta a una persona y que se ha visto sistemáticamente ignorada. ¿Para qué? A partir de ahí, todo es descender al abismo).
¿Y las familias? ¿Qué les preocupa? Se les dio participación en los centros educativos y han terminado decidiendo sobre cuestiones profesionales, sea en los Consejos Escolares, sea a través de las AMAPAs (no he visto yo muchas familias de pacientes que digan a los médicos cómo deben actuar en el quirófano; ni a la administración médica doblegarse ante esas familias- pienso en los “aprobados de despacho”). Las AMAPAS, como las Cortes de España, son herramientas que se han desvirtuado: ahí pueden entrar padres para defender los intereses de sus hijos, cuando no para defender exclusivamente excursiones y actividades que, en ocasiones, sustituyen a las actividades académicas. O para criticar. Es la perversión del sistema, podrido ya.
¿En serio alguien se sorprende de cómo hemos llegado hasta aquí? Sabemos lo que hay en la enseñanza. Perfecto. Y todo esto, ¿de dónde viene? ¿Por qué? ¿Para quién?
Dante, en el canto III de La Divina Comedia, desprecia las almas de los indiferentes. Además, estas almas están condenadas a ser odiosas tanto para el cielo como para el Infierno.
Ese aire triste y roto
tienen las almas que no han merecido
de elogio o vituperio un solo voto
Andrias Scheuchzeri. Profesor de instituto.