Atónito. Perplejo. Estupefacto. Patidifuso. Alucinado. Pasmado. Valgan esos adjetivos por delante. Asombrado. Boquiabierto. Desconcertado. Confundido. Sin palabras. Ahora utilizaría de buena gana unos cuantos emoticonos que reflejasen mi estado de estupor y desorientación. Como diría el poeta, estoy “umbrío por la pena, casi bruno/ …donde yo me hallo no se halla/ hombre más apenado que ninguno”.
Leo y releo varios artículos de la Orden ECD/69/2022, de 24 de octubre, en el BOR (Boletín Oficial de la Rioja) por la que se adoptan medidas para la convivencia en los centros de dicha comunidad. Los Títulos III en adelante, que comprenden los artículos 41 en adelante, son una vuelta de tuerca más del paradigma socioconstructivista y alumnocentrista del nuevo pseudopedagogismo imperante, el cuál denosta y menoscaba la figura del docente hasta límites insospechados, reduciendo su papel al de mero guía o acompañante. Esta regulación riojana podría ser un anticipo de los nuevos desarrollos normativos en el resto del Estado. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…
Parece que la resistencia al cambio de la mayoría del profesorado ante una nueva modificación de ley es mayor de la esperada. No ha bastado con el acoso mediático y propagandístico de psicopedagogos y chamanes, que con un pseudolenguaje torticero han tratado de explicar los conceptos inextricables de la LOMLOE, tratando de ponderar lo impoderable, a través de cientos de cursos de formación (más bien, de deformación).
La verdad es más sencilla. Los profesores hemos descubierto la impostura y nos negamos a desterrar el conocimiento de las aulas y valores como la exigencia o el esfuerzo. Los profesores seguimos enseñando de distintas maneras, ayudando al alumnado desfavorecido, formándonos en nuevas tecnologías y metodologías e innovando constantemente. No comprendemos la promoción automática o sin límite de suspensos, ni la reducción de contenidos (ahora saberes) o la excesiva burocracia. Sólo sabemos motivar al alumnado según sus intereses para que consiga las metas que se proponga o se proponga metas que quiera conseguir cada hora, cada día, curso a curso, verso a verso.
Los profesores lo tenemos claro. Nos rebelamos contra el gran problema que es que la escuela pública haya dejado de ser el principal motor de promoción social y que España ocupe una posición mediocre en la OCDE año tras año, lustro tras lustro, ley tras ley. Parece como si estuviésemos siendo objeto de la, tan de moda, cultura de cancelación, esto es, sistemáticamente cuestionados y vilipendiados por la propia administración porque no cumplimos sus expectativas de obediencia y sumisión.
El problema del sistema educativo no somos los docentes, tal y como últimamente se nos achaca, directa o indirectamente. Igualmente, el problema del sistema sanitario no es el personal sanitario ni el problema de la justicia los magistrados. Todos estos profesionales estamos a los pies de los caballos, somos la punta de lanza. Quizás habría que preguntarse cuál es el problema de la Educación, de la Sanidad y de la Justicia. Lo que pasa es que la respuesta está clara, aunque los culpables no lo asuman e intenten ocultarlo.
Ignacio José García García